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Causa de la enfermedad y el envejecimiento prematuro


Las enfermedades no son causadas por virus o bacterias, microbios y gérmenes externos a nuestro organismo, sino que se trata más bien de la descomposición de nuestras células y tejidos, la que atrae a los gérmenes a su medio natural -tejidos en descomposición- provocando males mayores.


Las cándidas y otros microorganismos se aprovechan de las zonas más débiles del cuerpo, envenenándolas y agotándolas. En un medio ácido tienen campo abierto. Viven de nuestra energía o electrones, usan nuestra grasa y proteínas, incluso nuestra materia genética, ácidos nucleicos, para poder desarrollarse y crecer.


Los Microorganismos.

¡Los MICROORGANISMOS son transformaciones biológicas de tu propio cuerpo y viven y prosperan en un medio ácido con poco oxígeno! Les encanta nadar en sus propios desechos que aún añaden más ácido al organismo. Existen más de mil toxinas producidas por bacterias, levaduras y hongos. En un medio interno ácido, las células del cuerpo degeneran o involucionan, convirtiéndose en bacterias, levaduras, y hongos de todo tipo.

¡LOS MICROORGANISMOS LITERALMENTE NOS COMEN VIVOS!

Después lanzan sus desechos tóxicos a la sangre y dentro de las células contaminando aún más el sistema.

Existen más de 5000 tipos diferentes. Pueden permanecer en estado latente, activarse y crecer increíblemente en muy poco tiempo. Las bacterias y los hongos en sí mismos no son perjudiciales y no producen síntomas, sino sus desechos tóxicos. Tampoco son las que provocan las ENFERMEDADES O LOS MALESTARES, sino que aparecen porque el terreno interno está comprometido (ácido), provocando que las CÉLULAS SE TRANSFORMEN O INVOLUCIONEN convirtiéndose en bacterias, levaduras y hongos.

"Los gérmenes no son la causa de la enfermedad, sino que buscan su hábitat natural -los tejidos enfermos-, de igual manera que los mosquitos buscan el agua estancada y putrefacta, pero no son la causa de la putrefacción del agua".


Por Ejemplo:

Imagina que tu cuerpo es como una pecera, y que tus células y órganos internos son como los peces, que nadan en el fluido (incluida sangre) que transporta su comida y elimina los desechos. Luego imagínate que le tiro demasiada comida o comida inadecuada. El agua se llena de monóxido de carbono y se vuelve ácida, y los peces son incapaces de comerse toda la comida o de digerirla, y los restos comienzan a podrirse. Los desechos ácidos tóxicos van aumentando haciendo que el agua sea aún más ácida. Lógicamente los peces empezarán a enfermar o a morir. ¿Qué harías para arreglarlo? ¿Tratarías a los peces? No, obviamente cambiarías el agua. Pues lo mismo ocurre con nuestros cuerpos, hay que limpiarlo y mantenerlo alcalino.

La acidificación se produce no solo por las propias funciones del cuerpo, sino por un desequilibrio en las dietas, que son enormemente acidificantes, produciendo una sobre acidificación de las células, tejidos, órganos y finalmente la sangre. Este desequilibrio crea el marco para el caos,  abriendo la puerta a las enfermedades y patologías de todo tipo.

Cuando hay mucha acidez en el cuerpo, la sangre comienza a retirar MINERALES ALCALINOS de los tejidos para compensar.

Los pensamientos y el estrés o un estado emocional negativo también acidifican, el estilo de vida y la vida sedentaria. Los medicamentos, las ondas y cualquier elemento químico que se halle en el aire, agua o alimentos.

Cuando se da un exceso de acidez, el organismo responde, intentando proteger las células y tejidos sanos, activando cualquiera de los sistemas, en la sangre, linfa, células, pulmones y riñones. Pero a veces el organismo se encuentra sobrecargado por un exceso de acidez, y cuando ya no puede neutralizar de manera eficaz este exceso de ácidos y eliminarlos, éstos quedan depositados en los fluidos extracelulares y las células del tejido conectivo, comprometiendo directamente la integridad celular.

Cuando los ácidos se van acumulando, éstos comienzan a erosionar las venas, arterias, células y tejidos, derivando en una desorganización celular denominada enfermedad degenerativa.

Las enfermedades físicas, crónicas y agudas, y el malestar son casi siempre consecuencia del exceso de ácido que estresa el equilibrio del pH del cuerpo, llegando a producir los síntomas que ya conocemos como enfermedades. La enfermedad también puede ser el resultado de haber estado expuesto a fuentes toxicas, contaminación de todo tipo (pero es más inusual). Dependiendo del nivel de acidez, muchas veces los síntomas son apenas perceptibles. La buena noticia es que podemos revertir ese estado ácido, siendo responsables, eligiendo otros estilos de vida y alimentos vivos.

Nuestro cuerpo no puede soportar por mucho tiempo permanecer en un estado ácido. La acidificación se presenta en el cuerpo en 7 síntomas:

1. Perdida de energía.

2. Sensibilidad e irritación.

3. Mocos y congestión.

4. Inflamación.

5. Endurecimiento de tejidos blandos (Induración, incluyendo lupus, fibromialgia, endurecimiento de las arterias, placa, etc.)

6. Ulceración.

7. Degeneración (cáncer, enfermedades coronarias, infarto, sida, esclerosis múltiple, diabetes.

Podemos decir que las alteraciones en el pH del organismo crean un medio que favorece que las células sanas se degeneren en células enfermas o gérmenes que pasarán a través de varios estados de fermentación. En este proceso se producen nuevos desechos ácidos que aún desequilibran más el pH y llegan a interferir en los biosistemas del cuerpo, dando lugar a diferentes tipos de sintomatologías.

Veamos a grandes rasgos cómo funciona el mecanismo de acidez y alcalinidad en el organismo. Los 60 trillones de células que componen nuestro organismo, necesitan alimentarse, eliminar residuos y renovarse constantemente. En este sentido, la sangre cumple dos funciones vitales: llevar a todas las células los materiales nutritivos que necesitan y retirar de ellas los residuos tóxicos y ácidos que se producen como resultado de la transformación de dichos nutrientes (metabolismo). Merced al proceso de respiración celular, las células reciben parte del oxígeno que necesitan para sus procesos vitales.

A nivel celular se produce una especie de combustión interna, ya que se libera calor corporal. Los residuos que se originan en este proceso de combustión, son de naturaleza ácida y deben ser evacuados del organismo a través de las vías naturales de eliminación (riñones, intestino, piel y pulmones).

Para cumplir adecuadamente esta tarea, la sangre debe mantener un ligero nivel de alcalinidad. En una persona sana el pH de la sangre (la linfa, el líquido cefalorraquídeo, etc.) se ubica entre 7,35 - 7,45. Cuando se incrementa el nivel de acidez, debido a ciertos mecanismos de autorregulación, la sangre logra conservar este vital equilibrio. Lo hace a través del aporte de bases (álcalis) que neutralizan los ácidos. Por ello, para obtener un sano metabolismo celular, es preciso que junto al oxígeno, la sangre tenga un constante flujo de sustancias de naturaleza alcalina, a fin de poder neutralizar los ácidos.

En primera instancia, la sangre obtiene estas bases de los alimentos. En caso de ulterior necesidad -sea por exceso de ácidos o por carencias nutricionales de bases- puede recurrir a la reserva alcalina de huesos, dientes, tejidos. De este modo, la sangre se convierte en un "ladrón" de la estructura orgánica, con el solo objetivo de restablecer el vital equilibrio ácido-básico. Así se pone en marcha el mecanismo de descalcificación y desmineralización.

Los desequilibrios del pH de la sangre y de los tejidos producen irritación e inflamación y prepara el terreno para las enfermedades. El sistema circulatorio intentará eliminar los ácidos en forma de gas o de líquido, a través de los pulmones o los riñones. Si hay demasiados desechos, los depositará en varios órganos: corazón, páncreas, hígado y colón, o en el tejido graso: incluyendo pechos, caderas, muslos y abdomen y cerebro. Conocemos estos depósitos como; pólipos, fluidos, quistes, cristales ácidos, tumores, verrugas, protuberancias, masas, manchas, lunares, ampollas, etc.

A este proceso también se le puede llamar: envejecer. Finalmente, si continúa (en el séptimo nivel de acidez), este proceso conduce a las enfermedades degenerativas, incluyendo cáncer.


Y todo esto provocado por ácidos derivados de la dieta, metabólicos y del entorno. Ácidos de dieta, se refiere a lo que comes y bebes; ácidos metabólicos se producen a medida que el cuerpo procesa lo que come y bebe

(para convertirlo en energía; ácidos ambientales vienen del entorno, productos sintéticos o el humo de una fábrica o los coches, también se incluyen el entramado eléctrico y las ondas de todo tipo.


Clasificación de los alimentos

Veamos qué se entiende por alimentos acidificantes y alcalinizantes. Nuestros nutrientes tienen distintos grados de acidez o alcalinidad. El agua pura, que es neutra, tiene un pH 7,07. Básicamente, todas las frutas y verduras son alcalinizantes. Si bien, no es lo mismo la reacción química de un alimento fuera que dentro del organismo. Cuando el alimento se metaboliza, genera una reacción totalmente distinta a su característica original. Es el caso del limón o de la miel. Ambos tienen pH ácido, pero una vez dentro del organismo provocan una reacción alcalina.

También los minerales juegan un rol importante en el comportamiento acidificante o alcalinizante de los alimentos y nos permiten hacer una elección más consciente. Por lo general resultan acidificantes aquellos alimentos que poseen un alto contenido de azufre, fósforo y cloro. En cambio son alcalinizantes aquellos que contienen buena dosis de: calcio, magnesio, sodio y potasio.

Un cuerpo sano, siempre tiene una reserva de estos minerales alcalinizantes para un caso de emergencia. Pero si hay pocas reservas o no lo obtiene de los alimentos, lo va a buscar a cualquier otro sitio; la sangre (sodio y potasio), los huesos y cartílagos (calcio), o los músculos (magnesio) dónde son necesarios. Y esto obviamente puede conducir a deficiencias y a la variedad de síntomas que de ello derivan.

Cuando la acidez es tal que el cuerpo no puede eliminarlo vía orina, heces, respiración o sudor, lo que hace es almacenarlo en los tejidos. Entonces el sistema linfático (inmune) hace lo que puede para neutralizarlo y eliminar todo lo que puede. Y esto significa, volver a lanzarlo de nuevo a la sangre, generando un círculo vicioso; robando aún más minerales básicos del propio cuerpo y estresando al hígado y a los riñones. Aún más, si el sistema linfático se ve saturado, o sus conductos no funcionan correctamente (muchas veces por falta de ejercicio), los ácidos se acumulan en el tejido conectivo.

Por otro lado, una sangre, tejidos sanos y alcalinos, crean un cuerpo sano.

Es importante conocer aspectos que tienen que ver con la preparación misma de las comidas. Por ejemplo: se ha demostrado que un 40-60% de los elementos minerales y un 95% de las vitaminas y encimas se pierden en el agua de cocción de las verduras. Resulta entonces que el alto contenido de bases que poseen las verduras -y que resulta tan útil para el equilibrio sanguíneo- se desvaloriza, nos acidifica y nos enferma. La acidosis significa enfermedad, si estamos ácidos, estamos enfermos.


Alimentación Alcalina

Los Alimentos vivos, son frutas, verduras, legumbres, semillas, cereales y granos: crudos o calentados a temperaturas inferiores a los 45ºC, germinados, deshidratados, fermentados, naturales, no procesados, sin conservantes ni aditivos químicos e idealmente orgánicos.

El efecto en el organismo de comer por ejemplo, una manzana cocida y una cruda, es completamente distinto. La cocción, elimina el oxígeno y lo trasforma en ácido. Cuando comemos algo cocido (a diferencia de lo vivo), se genera de inmediato un aumento del número de leucocitos en la sangre, que son nuestras defensas, y esto muestra cómo el cuerpo reacciona ante estos alimentos como extraños e invasores.

Los alimentos cocidos son acidificantes y es muy importante que se tome conciencia de esto. En cambio, los alimentos orgánicos crudos y los granos germinados son alcalinizadores y ayudan a conseguir el equilibrio químico del cuerpo, tan necesario para lograr un ambiente interno sano, que se manifieste en un cuerpo saludable y una vida armónica.


La Acidificación y la Alcalinización

Inicialmente conviene explicar lo que significa acidez y alcalinidad. Estos dos términos responden a la forma de clasificar la reacción de cualquier elemento. El grado de acidez o alcalinidad se mide a través de una escala llamada pH (potencial de hidrógeno), es una medida que nos indica la tendencia de algo hacia la acidez o la alcalinidad, que va de O (extremo ácido) a 14 (extremo alcalino), ubicándose en el centro (7) el valor neutro. O sea que entre O y 7 tenemos los valores de acidez y de 7 a 14 los de alcalinidad.